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Este es un blog de filosofía pensado y creado sobre todo como elemento de comunicación entre profesora y alumnos-as y como apoyo a mis clases. Espero que me acompañéis en esta andadura filosófica y que os resulte útil. CARPE DIEM

jueves, 12 de abril de 2018

Comparación de Descartes con Ortega y Gasset (PEBAU)

La filosofía de Ortega se construye, en parte, frente al modelo de razón propuesto por el racionalismo de Descartes. Y lo hace en dos frentes:
1) Oponiéndose a la importancia concedida por Descartes al sujeto del conocimiento
2)Y oponiéndose  a la sobrevaloración cartesiana de la razón frente a la vida;
De  estas oposiciones y alguna otra, surgirán las doctrinas perspectivista y raciovitalista de Ortega.
Así, en primer lugar, Ortega, considerando las líneas esenciales de la historia de la filosofía, considera que ésta ha transcurrido por dos etapas, que surgen como respuestas diferentes ante la relación entre razón y ser, entre lo subjetivo y lo objetivo: realismo e idealismo. La postura realista es la perspectiva general que la filosofía adopta desde sus orígenes, en la Grecia del siglo VI a.C., hasta el Renacimiento europeo. En términos generales, consiste en conceder primacía, independencia y capacidad de imposición a las cosas sobre el hombre, es decir, el realismo es una filosofía que se construye exclusivamente en torno a las cosas.
Por el contrario, la postura idealista (que es impulsada de modo ejemplar por Descartes) es la nueva actitud vital y filosófica que transcurre desde el Renacimiento hasta el siglo XX. Surgió en su momento como una crítica y superación del realismo; así, frente a la primacía que el realismo le otorga a las cosas, para el idealismo será la razón, el sujeto humano (el cogito de Descartes), quien protagonice la relación hombre- mundo. Es decir, el idealismo es una filosofía que se construye exclusivamente en torno al sujeto.
Frente a este antagonismo, para Ortega lo auténticamente real es el yo y las cosas, un yo permanentemente referido a las cosas, actuando con y sobre ellas, preocupado por ellas, pensando en ellas. Además, las cosas no son algo ajeno al hombre, al yo, sino que forman parte de su vida. Ese encuentro, relación y trato entre el yo y las cosas es lo que Ortega entiende por “vida”. Por ello, la vida es la realidad radical, es el “absoluto conocimiento” y todo se encuentra referido a ella para poder tener sentido. Sólo desde esta realidad básica, de la que brotan todas las cosas que nos pasan, se puede entender al ser humano y al mundo en el que vive.
Así pues, la afirmación de que la vida es la “realidad radical” le impone a Ortega la crítica al realismo y al idealismo cartesiano. Tanto uno como otro caen en el mismo error, son la cara y cruz de la misma falsa moneda, al ignorar la vida como realidad radical, como coexistencia en un mismo plano del yo y las cosas, de lo subjetivo y lo objetivo.
Para Ortega, no puede existir el yo sin las cosas, sin mundo. No puedo hablar de las cosas sin el yo, pero tampoco puedo hablar de un yo sin las cosas. Así pues, hay que criticar el cogito hermético de Descartes, el pensamiento aislado no sirve, sino el pensamiento con las cosas, el yo viviendo con las cosas, es decir, la vida, mi vida. Por ello, el idealismo cartesiano es una filosofía que “va contra la vida”.
Para Ortega, la vida es un continuo intercambio entre el yo y la circunstancia, un intercambio dirigido por la razón, hasta el punto de que, para Ortega, vivir es razonar. Ahora bien, este razonar necesita una previa toma de contacto con la realidad en la que encontramos: en esto consiste la perspectiva. Pero, como la vida también es circunstancia, la vida supone un punto de vista sobre el Universo. La circunstancia, lo que está a mi alrededor, hace posible mi vida y, por ello mismo, constituye la perspectiva concreta desde la que se me muestra la verdad de las cosas. Ortega plantea su concepción de la perspectiva como el único modo válido de superar el dilema que, sobre la verdad, habían desarrollado tanto el dogmatismo racionalista de Descartes8con verdades inamovibles) como el escepticismo( que concluye que no hay verdades). Ello supone la aportación, por parte de Ortega, de una nueva concepción de la verdad, que supone una síntesis superadora de las dos concepciones antes mencionadas.
En este punto, la posición correcta es otra: la verdad tiene muchas caras, y dependiendo de la perspectiva desde la que miremos, nos ofrecerá aspectos distintos; de ahí que Ortega afirme que “la sola perspectiva falsa es la que pretende ser la única”. En definitiva, para Ortega, no podemos adoptar, como hizo Descartes, un criterio de verdad abstracto como el de la evidencia, pues la verdad no se construye desde la razón lógico-matemática, sino desde una razón vital.
Por otro lado, Ortega también se opone a la concepción de la razón presente en Descartes. Así, el raciovitalismo, supone una reflexión sobre las perspectivas radicales en las que el ser humano está situado: la perspectiva de la razón y la de la vida. Ortega se propone, a través del concepto de “razón vital”, superar la dicotomía a la que se había llegado al concebir la razón como fundamento de la verdad, del conocimiento, de la objetividad, frente a la vida, que representaría lo particular, lo mutable, lo irracional, el deseo, la pasión. Para Ortega, razón y vida, no es que sean irreconciliables, sino que, al contrario, son inseparables.